sábado, 11 de febrero de 2012

BUSTER & CHARLIE


Esta imagen es la primera fotografia en la que aparecen Charles Chaplin y Buster Keaton juntos. Data del año 1918, en una visita que realizó Chaplin a los Estudios Balboa de Long Beach, cuando éste ya era mundialmente conocido por sus peliculas con la Keystone, Essanay y Mutual, y poco despues de ser contratado por la First National, con la que dos años despues realizaría "El Chico" ("The Kid"), su primer largometraje. Por otra parte, Buster Keaton estaba comenzando en el mundo del cine. Su primera película se había estrenado un año antes, en 1917 y aun estaba lejos de convertirse en la estrella que luego conoceríamos. En esta época, Keaton actuaba como secundario de otro cómico, Fatty Arbuckle, con el que colaboraria hasta 1920, año en que se independiza y crea su propia productora. En esta curiosa imagen, aparecida en el documental "Hollywood. The Pioners" en 1979, podemos observar a un divertido Chaplin jugando con la cámara, junto a Keaton, a la derecha, H.M.Horkheimer como la victima y a Lou Anger, manager de Arbuckle y al fondo H.O.Stechhan.

La segunda coincidencia data de 1922 y corresponde a la pelicula publicitaria de la First National "Seeing Stars". Se trataba de un pequeño corto en el que la First National presumia de sus estrellas, entre las que se contaban ambos cómicos. Chaplin acababa de estrenar "El Chico", de hecho podemos observar a Jackie Coogan, su estrella infantil, junto a él, mientras que Buster Keaton era ya toda una celebridad con cortos como "One week" ("Una semana", 1920), "Vecinos" ("Neighbors", 1920), "Cops" ("La mudanza", 1922) o "My wife relations" ("La costilla de Pamplinas", 1922). En esta pelicula publicitaria de la First National, Keaton es el único que no se interpreta a si mismo, puesto que hace el papel de un impertérrito camarero que sirve la mesa de Chaplin y compañía.  


La tercera y última es la más conocida y tuvo lugar en 1951 con la participación de Buster Keaton en "Candilejas" ("Limelight") interpretando el papel de un viejo clown vodevilesco en un número que realiza junto a Chaplin. Keaton es un pianista y Chaplin un violinista, en la mítica secuencia que cierra la película.

CHAPLIN POR KEATON


En 1960 Buster Keaton con la ayuda de Charles Samuels publicó sus memorias bajo el titulo "Slapstick, las memorias de Buster Keaton". En ellas, a las que ya nos hemos referido en otras ocasiones y nos seguiremos refiriendo, Keaton hace un extenso recorrido por su vida: sus años de vodevil, sus primeras peliculas, sus luces y sus sombras. Además dedica unos párrafos a Charles Chaplin, que me permito repruducir a continuación:

Charlie Chaplin tiene una mente tan viva e intuitiva que es dificil sorprenderle. Sin embargo, yo le cogí desprevenido al menos en dos ocasiones.
La primera vez fue una noche, allá por 1920, cuando Charlie y yo estábamos bebiendo cerveza en la cocina de mi casa. Él estaba hablando sin parar y a gran velocidad sobre algo nuevo llamado comunismo, algo de lo que acababa de oír hablar. Decía que el comunismo iba a cambiar todo, a abolir la pobreza. Los sanos ayudarían a los enfermos, los ricos a los pobres.
-Lo que quiero -dijo golpeando en la mesa- es que todos los niños puedan tener lo suficiente para comer, zapatos en sus pies y un techo sobre sus cabezas.
Naturalmente, aquello me dejó perplejo y, tras pensar en ello durante uno o dos minutos, le pregunté:
-Pero Charlie, ¿conoces a alguien que no desee eso?
Charlie pareció sobresaltarse. Entonces su rostro adoptó esa maravillosa sonrisa suya y comenzó a reirse de si mismo. Yo, por mi parte, he pasado por la vida casi ignorante de la política, y mi único deseo era que mi viejo amigo hubiera hecho lo mismo. Ahora, él ya debe saber que el comunismo, dondequiera que se ha puesto en práctica, no guarda el menor parecido con el benigno sistema que me describiera hace cuarenta años.
En realidad, no creo que Charlie sepa mucho más que yo de política, historia o economía. Como a mí, le había golpeado una toalla de maquillaje casi antes de que dejara de usar pañales. Mientras crecíamos, ninguno de nosotros tuvo tiempo de estudiar otra cosa que no fuese el mundo del espectáculo. Pero Charlie es un testarudo, y cuando su derecho a hablar favorablemente del comunismo fue desafiado, él se mantuvo en sus trece.
Mientras escribía esto, corrían rumores de que a Charlie le gustaría regresar a América. Espero que lo haga. Es más, espero que cumpla su promesa de volver a hacer películas.
Porque nunca nadie hizo reír a tanta gente como Charlie con su pequeño vagabundo. Y nunca hubo una época en la historia en la que la gente necesitara algo tanto como el vagabundo de Charlie para ayudarles a olvidar sus miedos y problemas.
Los problemas de Charlie comenzaron cuendo empezó a tomarse en serio a sí mismo. Eso fue después de que produjera A woman of Paris. Mucha gente ya lo ha olvidado, pero esa fue la primea vez que se utilizó la sugestión en la pantalla para transmitir una idea.
Cuando Charlie quiso contar al público que su heroína, interpretada por Edna Purviance, tomaba un tren, lo hizo mediante la sombra de un tren de cartón y una sección de casi dos metros de un vagón de primera clase. Para decir al público que ella era la amante de un playboy de Paris, encarnado por Adolph Menjou, Charlie hizo simplemente que Menjou utilizara su propia llave para entrar en casa de ella, y luego cogiera un sobrecuello limpio de una cómoda.
Esto hizo historia en el cine . Pero me temo que la avalancha de elogios a su brillante dirección trastornaron a Charlie. Su desgracia fue creerse lo que los críticos escribieron sobre él. Dijeron que era un genio, cosa que yo sería el último en negar, y a aprtir de entonces, Charlie Chaplin, el payaso divino, intentó comportarse, pensar y hablar como un intelectual.
La segunda vez que cogí a Charlie desprevenido fue un dia de 1951 en que me pidió que fuera a hablae con él de una escena de Limelight ("Candilejas") la última película que hizo en este país.
Mi aspecto pareció dejarle atónito. Al parecer había esperado encontrarse con una ruina física y mental. Pero yo estaba en estupendas condiciones. Acababa de estar cuatro meses en Nueva York haciendo una media de dos apariciones como invitado a la semana en la televisión. Así que yo estaba dichoso y lo parecía.
-¿Que has estado haciendo, Buster? -me preguntó- Pareces estar en plena forma.
-¿Ves la televisión, Charlie? -le pregunté.
-¡Cielo santo, no -exclamó- La odio. No permitiré que haya una en mi casa. Vaya idea que los actores dejen que los saquen en esa repugnante y apestosa pantallita!
-¿Ni siquiera la tienes en los cuartos de los chicos, Charlie?
-Y mucho menos allí. Oona ya tiene suficientes problemas con esos pequeños gamberros tan como son. Son encantadores, pero traviesos. Sería imposible controlarlos si les dejásemos ver todas esas bobadas de la televisión. Deberían acabar con ella. Está arruinando todo el país.
Luego volvió a preguntarme:
-Pero dime, Buster, ¿Como consigues mantenerte en tan buena forma? ¿Que es lo que te mantiene tan activo?
-La televisión -contesté.
Él carraspeó, se atragantó, se puso colorado, y entonces dijo:
-Oye, esa secuencia que vamos a hacer juntos...
El asunto de la televisión no volvió a ser mencionado durante los tres días que hicimos la secuencia de Limelight en la que yo hacía de pianista medio ciego y él de violinista.