sábado, 23 de abril de 2011

"LA BAYETA HUMANA", EL NÚMERO MÁS VIOLENTO DEL VODEVIL

"Incluso al poco de haberme incorporado yo, nuestro número se ganó la reputación de ser el más violento del vodevil. Esto fue el resultado de una serie de interesantes experimentos a los que me sometió mi padre. Empezó por sacarme al escenario y dejarme caer al suelo. Luego empezó a limpiar el suelo conmigo. Cuando no di señales de molestarme con aquello, empezó a lanzarme de un lado al otro del escenario, a rrojarme fuera de éste y a dejarme caer en el bombo que había en el foso de la orquesta.
Los espectadores se sorprendían de que yo no llorara. No era ningún misterio. No lloraba porque no me hacía daño. A todos los niños les gusta que sus padres les zarandeen. Todos son titiriteros y acróbatas por naturaleza. Además, por ser un cómico nato, al oír al público gritar, reír y aplaudir me olvidaba de los chichones y cardenales que al principio podía sufrir. Hay algo más: cuando los niños pequeños caen, no caen desde muy alto. Supongo que un psicólogo lo llamaría un caso de autohipnosis.
Antes de que fuera mayor que una gominola ya aparecía en nuestro número, Los Tres Keaton, como "La Bayeta Humana". Una de las cosas que descubrí fue que, siempre que sonreía o permitía que los espectadores sospecharan lo bien que me lo estaba pasando, parecía que éstos no se reían tanto como de costumbre.
Supongo que era porque la gente nunca espera que a alguien que se utiliza de bayeta, felpudo, saco de patatas o balón de fútbol, le encante lo que se le hace. En cualquier caso, que empezara a tener un aspecto miserable, humillado, acosado y perseguido, molesto, desconcertado y sin saber que hacer, fue algo deliberado. Otros cómicos pueden salir airosos riéndose de sus própios gags. Yo no. El público no lo toleraría. Y eso me va bien. Toda mi vida me he sentido muy feliz cuando, al verme, un espectador le decía a otro: "¡Mira ese pobre diablo!"(...).
La Sociedad para la Prevención de la CRueldad con los Niños, de Nueva York empezó su campaña el día de mi debut, a los cinco años, en el teatro de Tony Pastor. Por entonces las leyes de Nueva York prohibían trabajar  como actores a los niños menores de 7 años (...) La Gerry Society, como entonces se conocía a la SPCN acusó a mi padre de maltratarme en el escenario. De ello hicieron una cuestión tan personal, que el alcalde R.A. Van Wyck (...) ordenó que me llevaran a su oficina y me desnudaran para cercionarse de si yo tenía cardenales o moratones.
-¡Pero si está tan ileso como cualquiera de mis hijos! -dijo su señoría, desestimando los cargos.(...).
Los incansables salva-niños continuaban su batalla. Cuando Seth Low, un alcalde reformista, sucedió en Nueva York a Van Wyck, me llevaron ante él para que me desnudaran y examinaran, y también me llevaron ante un gobernador de Nueva York. Elevaron el límite de edad, pero nuestro abogado les ganó en los tribunales señalando que la ley solo prohibía que los niños actuaran sobre un alambre, ya estuviera alto o bajo, trapecios, bicicletas o cosas así. No decia una sola palabra que convirtiera en ilegal que mi padre me exhibiera en el escenario como una bayeta humana o me pateara la cara".

"¡WHAT A BUSTER!"
"Con seis meses me caí por las escaleras y me eché a llorar. Houdini, que andaba por allí, me cogió y dijo:
-"¡What a Buster!" (Menudo porrazo). Mi padre decidió allí mismo que a partir de entonces se me llamaría así (...). Todo el mundo, incluidas mis tres esposas, siempre me llamó Buster.
La única vez que me preocupó ese apodo fue cuando tenía unos once años.
-Ahora me parece bien que me llamen Buster -me quejé a mi madre- ¿Pero como sonará cuando sea viejo y tenga nietos?
-Es cierto- dijo ella. Pero sugirió que esperase hasta que tuviera mi primer nieto para preocuparme por eso. (Mom tenía razón. Ahora tengo seis nietos y me llaman abuelo Buster -y me encanta)".

("SLAPSTICK, LAS MEMORIAS DE BUSTER KEATON" - "My wonderful world of slapstick" de Buster Keaton y Charles Samuels, 1960. Editado en España por Plot Ediciones en 1988)

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